Primeros reptiles en la tierra

Primer pez
Hace unos 250 millones de años florecieron unos reptiles llamados eritrosúquidos, que se traducen vagamente como "cocodrilos rojos". Estos reptiles tenían cabezas enormes y poderosas mandíbulas, e incluían a los mayores depredadores terrestres que habían vivido en la Tierra hasta entonces.
Uno de ellos era un animal llamado Garjainia. Estos carnívoros, de unos tres metros de largo, caminaban sobre cuatro patas y se parecían a los actuales dragones de Komodo. Sus restos se han encontrado en Sudáfrica y Rusia.
No se sabe mucho de los ejemplares rusos, pero científicos del Museo y de la Universidad de Birmingham han colaborado con expertos de Oxford, Moscú y Buenos Aires para estudiar restos fosilizados de esqueletos de siete individuos, incluido un cráneo casi completo.
Se pensaba que los fósiles del cráneo pertenecían a dos especies distintas de eritrosáuridos llamadas Garjainia prima y Vjushkovia triplicostata. Tras un examen más detallado, se descubrió que todos los huesos eran lo bastante parecidos como para considerarlos de una sola especie, Garjainia prima.
El profesor Richard Butler es paleontólogo de la Universidad de Birmingham y autor principal del estudio. Hay muchos animales de esta época que son extraños e interesantes, pero de los que no sabemos gran cosa.
Primer mamífero
Los tuátaras son de color marrón verdoso y gris, miden hasta 80 cm (31 in) desde la cabeza hasta la punta de la cola y pesan hasta 1,3 kg (2,9 lb)[14] con una cresta espinosa a lo largo de la espalda, especialmente pronunciada en los machos. Tienen dos filas de dientes en la mandíbula superior que se superponen a una fila en la mandíbula inferior, lo que es único entre las especies vivas. Son capaces de oír, aunque no tienen oído externo, y su esqueleto presenta características únicas, algunas de ellas aparentemente heredadas de los peces.
A veces se habla de los tuátaras como "fósiles vivientes"[7], lo que ha generado un importante debate científico. En la actualidad, los paleontólogos y los biólogos evolutivos desaprueban este término. Aunque los tuátaras han conservado las características morfológicas de sus antepasados mesozoicos (hace 240-230 millones de años), no hay pruebas de un registro fósil continuo que lo confirme[15][16][17][18][19][20][21][22][23][24][citas excesivas] La especie tiene entre 5.000 y 6.000 millones de pares de bases de secuencia de ADN, casi el doble que los humanos[25].
Anfibios
Ahora, un análisis estadístico de esa vasta base de datos está ayudando a los científicos a comprender mejor la evolución de estos vertebrados de sangre fría, al contradecir una teoría muy extendida según la cual las grandes transiciones evolutivas siempre se producían en grandes y rápidas explosiones (geológicamente hablando), desencadenadas por grandes cambios ambientales. Los hallazgos se describen en un artículo publicado recientemente en Nature Communications.
En él, los investigadores demuestran que la evolución de linajes extintos de reptiles de hace más de 250 millones de años se produjo a través de muchas pequeñas ráfagas de cambios morfológicos, como el desarrollo de planes corporales acorazados o alas para planear, durante un período de 50 millones de años en lugar de durante un único gran acontecimiento evolutivo, como se pensaba anteriormente. También demuestran que la evolución temprana de la mayoría de los linajes de lagartos fue un proceso continuamente más lento y gradual de lo que se creía.
Esto se ha observado en otros tipos de animales, pero es la primera vez que se hace en reptiles, uno de los animales más diversos del planeta, con más de 10.000 especies diferentes y una vertiginosa variedad de habilidades y rasgos. Por ejemplo, algunas especies de lagartos pueden congelarse durante la noche y descongelarse a la mañana siguiente, o las tortugas desarrollan armaduras protectoras.
Amniotas
Todo el mundo está de acuerdo con la vieja historia: Los peces evolucionaron hasta convertirse en tetrápodos, los tetrápodos evolucionaron hasta convertirse en anfibios y los anfibios evolucionaron hasta convertirse en reptiles. Por supuesto, se trata de una simplificación excesiva -por ejemplo, peces, tetrápodos, anfibios y reptiles coexistieron durante decenas de millones de años-, pero nos servirá para nuestros propósitos. Para muchos estudiosos de la vida prehistórica, el último eslabón de esta cadena es el más importante, ya que los dinosaurios, los pterosaurios y los reptiles marinos de la Era Mesozoica descienden todos de reptiles ancestrales.
Antes de continuar, sin embargo, es importante definir qué significa la palabra reptil. Según los biólogos, la única característica que define a los reptiles es que ponen huevos de cáscara dura en tierra firme, a diferencia de los anfibios, que deben poner sus huevos, más blandos y permeables, en el agua. Además, en comparación con los anfibios, los reptiles tienen la piel acorazada o escamosa, que les protege de la deshidratación al aire libre; patas más grandes y musculosas; cerebros ligeramente más grandes; y respiración pulmonar, pero sin diafragma, que fue un desarrollo evolutivo posterior.