Cerebro de reptil humano

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Tabla de Contenido
  1. Teoría del cerebro reptiliano
  2. ¿Tienen los humanos cerebro de reptil?
  3. ¿Por qué los humanos tienen un cerebro reptiliano?
    1. Cerebro trino
    2. Comportamiento del cerebro de los reptiles
    3. El mito del cerebro de reptil

Teoría del cerebro reptiliano

Este artículo contiene una lista de pros y contras, que a veces resulta inapropiada. Por favor, ayude a mejorarlo integrando ambas partes en una presentación más neutral, o elimine esta plantilla si considera que dicha lista es apropiada para este artículo. (Junio 2022)

El cerebro triuno es un modelo de la evolución del cerebro anterior y el comportamiento de los vertebrados, propuesto por el médico y neurocientífico estadounidense Paul D. MacLean en la década de 1960. El cerebro triuno está formado por el complejo reptiliano (ganglios basales), el complejo paleomamífero (sistema límbico) y el complejo neomamífero (neocórtex), considerados cada uno como consciente de forma independiente y como estructuras añadidas secuencialmente al cerebro anterior en el curso de la evolución. Los ganglios basales se encargan de nuestros instintos primarios, el sistema límbico de nuestras emociones y el neocórtex de los pensamientos objetivos o racionales.

Desde la década de 1970, en algunos círculos de la neurociencia evolutiva y del desarrollo, el concepto del cerebro triuno ha sido objeto de críticas[1] y se considera un mito[2]. Debido a su longevidad, la idea del cerebro triuno también ha sido calificada como "uno de los errores más exitosos y extendidos de toda la ciencia"[3]. "La teoría ha sido adoptada por algunos psiquiatras y al menos un destacado investigador en neurociencia afectiva[5].

¿Tienen los humanos cerebro de reptil?

El cerebro reptiliano, el más antiguo de los tres, controla las funciones vitales del organismo, como el ritmo cardíaco, la respiración, la temperatura corporal y el equilibrio. Nuestro cerebro reptiliano incluye las principales estructuras que se encuentran en el cerebro de un reptil: el tronco encefálico y el cerebelo.

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¿Por qué los humanos tienen un cerebro reptiliano?

En el modelo del cerebro triuno de MacLean, los ganglios basales se denominan cerebro reptil o primario, ya que esta estructura controla nuestros patrones de comportamiento innatos y automáticos de autoconservación, que garantizan nuestra supervivencia y la de nuestra especie.

Cerebro trino

Hipótesis: el presente estudio postula durante los próximos milenios el desarrollo de un neocórtex II mejorado con interconexiones neuronales que prevalezcan las cualidades nobles o "cerebro intuitivo" con redes neuronales que prevalezcan las cualidades nobles humanas y la sutil unidad esencial entre los seres.

La transición de H. erectus a H. sapiens se produjo hace unos 400.000 años, aunque este dato no está bien determinado debido a la incertidumbre sobre si algunos fósiles son erectus o formas arcaicas de sapiens. H. erectus persistió durante algún tiempo en Asia, hasta hace 250.000 años en China y quizá hasta hace 100.000 años en Java, y fue contemporáneo de los primeros miembros de su especie descendiente, H. sapiens. Restos fósiles de homínidos neandertales con cerebros tan grandes como los de H. sapiens, aparecieron en Europa hace menos de 200.000 años y persistieron hasta hace 35.000 años (Higham et al., 2014). En la humanidad existen dos tipos de herencia: la biológica y la cultural. La herencia biológica en los humanos es muy parecida a la de cualquier otro organismo que se reproduzca sexualmente; se basa en la transmisión de información genética codificada en el ADN de una generación a la siguiente por medio de las células sexuales. La herencia cultural se basa en la transmisión de información mediante un proceso de enseñanza-aprendizaje, que es independiente del parentesco biológico. La herencia biológica es mendeliana o vertical; se transmite de padres a hijos, y sólo los rasgos heredados pueden transmitirse a la progenie. Sin embargo, la herencia cultural va más allá de la herencia lamarckiana porque es horizontal y oblicua y no sólo vertical.

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Comportamiento del cerebro de los reptiles

A lo largo de los años, hemos oído mucha consternación de nuestros clientes con respecto a una estrategia del demandante llamada el "Enfoque Reptil."  Hemos visto cómo este enfoque se ha vuelto cada vez más popular -por no decir eficaz- durante las declaraciones y los juicios entre los abogados demandantes. Este artículo proporciona una breve visión general del enfoque reptil y ofrece algunas sugerencias sencillas para defenderse de él.

En su libro Reptile: The 2009 Manual of the Plaintiff's Revolution, los autores Don C. Keenan y David Ball abogan por persuadir a los jurados apelando a su "cerebro de reptil", la parte "más antigua" del cerebro y la responsable de los instintos primitivos de supervivencia. En libros, vídeos y seminarios, Keenan y Ball aconsejan a los abogados demandantes que demuestren a los jurados el peligro inmediato que suponen las acciones de los demandados porque, como ellos dicen, "cuando el reptil ve un peligro de supervivencia, aunque sea pequeño, protege sus genes impulsando al jurado a protegerse a sí mismo y a la comunidad".

El "enfoque reptil" defendido por estos autores tiene sus raíces en una teoría evolutiva del desarrollo del cerebro humano. Según esta teoría, el cerebro humano consta de tres niveles de funcionamiento:

El mito del cerebro de reptil

En su libro Linchpin: Are You Indispensable?, Seth Godin habla mucho del término "cerebro de lagarto "1 (también conocido como "cerebro reptiliano") para referirse a la parte más primitiva de nuestro cerebro, donde residen los instintos que nos advierten del peligro cuando acecha. En realidad, este cerebro de lagarto es una metáfora de la amígdala, la parte del sistema límbico encargada de procesar nuestras emociones.

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Esta antigua parte del cerebro nos permite reaccionar ante una amenaza de forma inmediata y automática, sin que el resto del cerebro procese la información, ganando así una fracción de segundo que ha permitido nuestra supervivencia durante millones de años. Hoy, en un mundo en el que estas amenazas no están precisamente a la orden del día (tenemos a nuestros depredadores bastante bien controlados y no vivimos en un entorno tan hostil), este "instinto de supervivencia" que apenas ha evolucionado, más que ayudarnos, nos perjudica a menudo.

Steven Pressfield llama a este fenómeno "Resistencia" en su libro Do The Work: "La resistencia es una fuerza activa, inteligente, proteica y maligna -incansable, implacable e inextinguible- cuyo único objeto es impedir que nos convirtamos en lo mejor de nosotros mismos y alcancemos nuestras metas más elevadas."

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